lunes, 29 de junio de 2009

LOS MCM (Medios de Confusión Masiva) Y 300 MILLONES DE DOLARES

Facsimilar de la portada de la citada edición de 1993, hace más de 15 años.

Desde abril de este año, con epicentro en Río Cuarto y hasta La Voz del Interior de la capital mediterránea, si no es una campaña mediática, en algo se le parece, está alborozada porque han encontrado que el multimillonario estanciero y político Juan Feliciano Manubens Calvet, fallecido en 1981, tenía descendencia natural, no era una paraguaya trucha, sino un ciudadano concebido en Los Cerrillos con personal doméstico.

Claro, ahora son nietos. Tres nietos. De entre 40 y 60 años, criados, desarrollados y educados en un estado algo deficiente, y donde las pruebas del ADN están a un tris de confirmar la verdad científica. Ahora bien; la decadencia que entre otras cosas gracias al analfabetismo y a Internet, el productivismo, la falta de ética y otras minucias, exhibe el periodismo en general, el argentino en particular y en este caso el cordobés, si ya el caso Manubens Calvet de movida sacó a la palestra al Papa, a un pope del Derecho Civil, a servicios de inteligencia de Ejército y así y todo era enredado como mota de negro, los que ahora traten de desentrañar de qué se trata se van a ver en un aprieto más allá de la sonrisa, por fin, de la Diosa Fortuna, a tres humildes compatriotas riocuartenses.

Porque las versiones que han echado a correr las llamadas febriles imaginaciones periodísticas y otras yerbas, entre las cuales hay bastante mala leche y una ignorancia supina, ya bordean los limítes de lo alucinógeno mezclado con sudaca. En marzo de 1983, hace un poco más de 26 años, la Revista 10, un semanario de la Editorial Perfil, con la firma de Amílcar Romero y una foto a página entera, mostraba a Blanca Rosa Guzmán, una mujer sesentona que vivía en la calle Ituizangó, muy cerca de la cancha de Estudiantes de Río Cuarto y la daba, con testimonios vivos varios, COMO LA VERDADERA HIJA NATURAL DEL TERRATENIENTE nacido en Los Romeros, cerca de Los Cerrillos, por entonces territorio puntano, hijo de don Félix, un inmigrante catalán constructor de iglesias y de doña Dolores Calvet, el menor de cinco hijos, y ahora dicen que hijo único.

No contento con lo perpetrado, el mencionado, asociado con la Editorial Planeta para su colección El Espejo de la Argentina, le asestó en agosto de 1993 un volumen de 428 páginas donde se reconstruye la historia del hecho y sus circunstancias, amén de la transcripción de por lo menos cuatro horas de charla grabada mano a mano con Blanca Rosa. En el mencionado mamotreto, jugado sin subterfugios literarios o elegancias de la inexistente objetividad periodística, se planteaba la teórica alternativa que la sexagenaria estuviera mintiendo, ya sea por razones personales o porque su identidad social se constituyó en torno a su abuela, quien odiaba a los Manubens y particularmente a Juan Feliciano. Y recalcaba que en ese caso quedaba todavía la alternativa de que la otra hermanita Guzmán, no Rosalinda, la que engendró a Blanca Rosa con Juan Feliciano, sino una con muy poca diferencia de edad, había quedado también embarazada con pocos meses de diferencia en manos de José Manubens Calvet, quien en vida fuera senador nacional por la UCR y que esta buena señora mezclara los tantos de hija a sobrina por algo que no vale la pena especular. Incluso se insistía en que la misma Blanca Rosa había dejado saber que a su primo hermano, el otro hijo natural, que ellos se consideraban hermanos en su abandono y otras desgracias, el doctor José Manubens Calvet lo había de algún modo reconocido, decía y repetía con gesto agrio en la boca, porque hubo un momento en que lo mandó a llamar y se lo llevó a trabajar con él en unos obrajes que tenía en el Chaco.

En el nuevo enredado culebrón por 200 millones de dólares como mínimo, 500 como máximo que le dan por la fortuna en danza administrada por orden judicial por los sobrinos y sobrinos nietos de Villa Dolores, no se termina de entender si estos tres nietos con derechos naturales vía ADN son hijos de una tal Brígida, que podría ser la hermana de Rosalinda y que en ninguno de los trabajos publicados se hizo mención porque Blanca Rosa nunca la nombró, o de un VARON, en cuyo caso no sería el hijo de Blanca Rosa, quien además en 1983 tenía una sola nieta.

Blanca Rosa sí dijo, repitió varias veces, quien para ella había sido su hermano, que en 1983 había fallecido. Fue el único dato. Se hizo evidente que trataba de evitar toda otra referencia a datos de vida. Ahora, en este nuevo culebrón, se le otorga a este hombre, además de una muerte en plena madurez, veinte (20) años de cárcel por un homicidio y que recuperada la libertad su padre natural (¿Juan Feliciano? ¿José?) corrió en su ayuda y se lo llevó para unos campos de Santiago del Estero, no del Chaco.

Se presta para la chacota. Para el humor negro. Para muchas cosas. Si atrás de todas estas historias de vida no estuviera la historia misma del país, del Poder y del Ser en la Argentina, y para colmo, como epicentro, esa síntesis perfecta entre Lisandro de la Torre y Facundo Quiroga que supo ser en vida Juan Feliciano Manubens Calvet, el Señor de Traslasierra.

Lo lamentable y asqueroso que pueden tener estos enriedos es que la diferencia de hijo natural a sobrino incide en forma directa en el porcentaje de la herencia. Recordaré siempre, cuando estábamos a solas porque habían ido a buscar a su abogado, que a Blanca Rosa le tiré una estocada a fondo porque su versión sonaba a media flojita, con los tiempos que corrían, quién le iba a creer que no había hecho nada para quedarse con semejante fangote de guita.

No conseguí ni hacerla pestañear. Contestó:

-Señor, lo que yo necesité fue un padre, no una fortuna -fue la respuesta, casi monocorde por lo que me acuerdo.

Ahora puede haber en carrera los que necesiten porcentajes y no tengan ni madres. [AR]