jueves, 2 de julio de 2009

LA ESCOPETA POR EL CAÑO

El 2 de agosto del 2006 fue un hecho histórico en el país que pasó desapercibido. Por primera vez en la historia se dejaba ingresar a la realidad a la Casa Rosada. Sucedió en un aparente hecho protocolar, marchito, desganado, de la Exitocracia esplendorosa, del amor entre el Poder y el Deporte. Así que como al equipo le había ido más o menos hubo que mostrarlo a Horacio Elizondo que se trabajo todos los oropeles del Mundial de Alemania. El acto fue tan aburrido como tantos y se transitaron todos los lugares comunes. El invitado regaló su indumentaria y supuestamente las tarjetas usadas, entre ellas la roja con que expulsó al Gran Zizou faltándole tres minutos para la gloria. El todavía presidente al 100%, con algo de viento de cola que le venía aflojando, olvidándose que subió con el 22% de los votos y que por esos zarpullidos que tiene el país su imagen positiva no tardó en trepar hasta cerca del 80%, lo que lo convirtió en nene mimado de la prensa hasta que empezó a dejar de serlo, no encontró nada mejor que la monigotada de sacarle la tarjeta roja a la prensa que cubría el acto.
Si alguien se toma la paciencia de recorrer las efémerides desde entonces hasta este lunes, donde luego de perder las elecciones en su natal Santa Cruz tuvo que renunciar a la presidencia del PJ, se va a encontrar con la cuesta abajo en la rodada más increíble e inverosímil. Las leyes del juego son sagradas y no se jode. Hasta desaparecidos hubo y batió el récord de muertos en la cancha y alrededores que tenía su cumpa, el Chango de Anillaco, en los famosos años 90, tan repudiados y tan juntos que andaban.