Gracias a la paliza electoral, por la chancha política, ahora las autoridades no sólo están asustadas. Mucho peor: están desorientadas y tratan salomónicamente que la gente no se contagie pero que no se acelere la crisis económica que se viene. Entonces suspenden vacaciones a Bariloche ya abrochadas, postergan las de invierno, la presidenta da lecciones de como hacer los deberes en casa, no amontonarse, los brasileños no van a venir a la nieve ni equivocados, en los teatros vacíos vamos a tener que sentarnos butaca de por medio cuando las filas van a estar vacías, pero a los partidos de fútbol no los suspenden. El campeonato local y la Libertadores se van a jugar vacunados o con escafandras en vez de barbijos, pero el negocio de la tele y de Grondona no se toca.
Posiblemente a tanta tilinguería la tengamos merecida. Menos mal que tenemos gobernantes concientes que nos dicen que no debemos entrar en pánico. Ellos velan por nosotros. Lo que resta saber es quién vela por ellos. El cálculo estimativo a a esta noche era de unos 10 mil millones de dólares de pérdida. Y el ajustazo, que se empieza a venir con todo. Empezando con los transportes porque se acabó lo de los subsidios, suben los boletos y encima los pasajes, recargados de virus como si fuera poco, van a tener que desembolsar.
Ya se fueron solitos Graciela Ocaña en Salud, Ricardo Jaime en Transporte y lo único que falta es que lo rajen a Guillermo Moreno, maestro del dibujo, otra que Leonardo, y vamos a tener una inflación de la inflación. No ganamos para sustos. Porque la que faltaría sería la resurreción del capitán ingeniero Alvaro Alsogaray y su consigna para tener que pasar otro invierno...