sábado, 12 de noviembre de 2011

SI DORREGO, MANUEL RODRIGUEZ, LOS CARRERA Y LAVALLE SE LEVANTARAN...


El último libro del por ahora diputado nacional Miguel Bonasso, El mal, que va mucho más allá del maloliente enmarañado entre los K y la todopoderosa Barrick Gold, multinacional con punto de partida en Canadá, que lleva vendidos unos 30 mil ejemplares a un mes de su salida, es último en más de un sentido. No sólo en el orden de aparición del autor de Recuerdo de la muerte (1984) sino fundamentalmente por una saturación temática, ética y política. Ojalá que en ningún momento por lo que tres se desliza abiertamente en el transcuirso de las 400 y pico de páginas, como es la probabilidad de la eliminación física del autor, ya que como también se dice la Barrick mata. Mató, como lo hizo en Tanzania, enterrando vivos a miles de mineros hormiguita buscando oro casi cavando con las manos; otro tanto hizo en otros lugares de parada, en nuestro país y matará, a futuro, con las secuelas del cianuro con que están contaminando las napas de agua.
Más allá de los análisis literarios poco convenientes en un género como la literatura testimonial que entre nosotros inaugura Rodolfo Walsh con Operación Masacre, para arbitrariamente poner una fecha, Bonasso echa varios restos en este trabajo. Difícil decir que todos los restos. Pero se expone. Ejemplo: su amistad con  los K sabiendo lo que ya sabía y que conducía a lo que condujo. Que la médica chilena Michelle Bachelet y la abogada argentina Cristina Fernández hayan rubricado la fundación de un virtual tercer país, merced a concesiones inconcebibles y más inconcebibles todavía si uno tiene el infantil prurito de recordar que la primera es médica y fue prisionera torturadas de El Chacal.
El mal es un libro revulsivo que excede lo político y más lo electoral. Después de leerlo un tanto trabajosamente cuesta creer que el país pueda seguir como si nada y el único consuelo es remitirse a recrear en la memoria cómo los civilizados españoles masacraron no sólo corporalmente a los incas, sino también que intentaron infructuosamente hacerlo con su cultura aunque profitaron a destajo con sus tesoros, y que nosotros, mucho más plácidamente, estamos rellenando una bitácora mientras en las ventiscas de las cumbres cordilleranas socavan día y noche en busca del oro, hay hombres que pierden el rumbo, la noción del espacio y la vida se puede decir que todos los días, y que millones y millones de m3 de agua pura de una de las reservas más grandes del planeta, que no falta mucho para que escasee y valga más que ese oro, es contaminada con cianuro puro para que los poderosos de siempre festejen con la indiferencia más que con la impunidad, como siempre, reeditando uno de los más viejos dramas humanos: el poder, la explotación, la injusticia social y el crimen colectivo.
Ha salido hace poco el último libro de Bonasso. De eso se trata. Salvo la conmoción en un puñado de selectos letrados, de los mandarines, como hubiera vuelto a decir Simone de Beauvoir, la voz de Gardel sigue cantando incomparablemente que el murdo sigue ardarndo.