lunes, 15 de junio de 2009

ALREDEDOR DE LA JAULA


El pasado 13 de junio, en la casita de madera que el desaparecido escritor Haroldo Conti tuvo sobre el arroyo Gambado en el Delta, en plena campaña electoral los vivos que lo sobrevivieron hicieron un acto que quiso ser de homenaje y de recordatorio. A la cabeza estaba Sergio Massa, jefe de gabineta del gobierno kitchnerista, intendente del Tigre con licencia, ex Ucedé rescatado de las garras del neoliberalismo por el gastronómico Luis Barrionuevo y casado con Malena Galm arini, una de las hijas de Fernando El Pato Galmarini, cuya currícula se remonta a periférico de la columna Norte, junto al Loco Galimba, corta pero fructífera carrera durante el Proceso en el Diario Popular como escudero de Raúl Kraiserbuld, presidente de la comisión de Libertad de Prensa de la SIP, no sin antes colgarse del cogote de Saúl Ubaldini en la CGT Brasil. Fue recordado Secretario de Deportes de la Nación durante la Segunda Década Infame, en tiempos ha decía que las barras eran La Rabia y ya funcionario y empilchado pidió la pena de muerte, a la par que invitaba al Abuelo Barritta a su despacho a la diestra de Carlos Saúl de Anillaco, culminando por ahora su vertiginosa carrera pública como secretario de Interior en la gobernación de Eduardo Duhalde, donde pergeñó una ley especial para la violencia futbolera cuyo detalle destacable era que había que construir cárceles especiales para Los Muchachos porque en las comunes lo menos que le hacen es fifárselos por buchones.
El jefe de gabinete Massa, a la fuerza, es uno de los candidatos testimoniales voluntariosos que impuso Kitchner para tratar de zafar el brete en que se encuentra, dado la feliz gestión del yerno del Pato Galmarini en la intendencia y como dirigente del Club Tigre. Al acto asistieron también descendientes del autor de Sudeste y el hecho tuvo un regular repercusión mediática. Las crónicas del acto no registraron la presencia de colegas de Conti en ningún género.