sábado, 6 de junio de 2009

ANDA A QUE TE AYUDE TU TIO, COLORADO

El caso del supuesto boliviano indocumentado, para algunos llamado Antonio Ríos, atropellado y muerto por el entonces intendente de Quilmes, Sergio Villordo, a fines del 2003, ha cobrado inusitadamente vuelo otra vez, en las vísperas de las próximas elecciones legislativas. Como los MCM (Medios de Confusión Masiva), no se privan de nada, ya sea para el lado del oficialismo como para la oposición, el matete es mucho peor que el que se armó en su momento, con dos años de atraso.

Majaderamente un prócer contemporáneo del periodismo independiente insiste en darle a Villordo, el supuesto victimario, el carácter de chofer del actual Ministro de Justicia, Aníbal Fernández, que lo había precedido en el cargo de intendente al después acusado. Todo surgió cuando la nueva estrella en la constelación peronista, Fernando De Narváez, en un programa en vivo, para nada dentro del multimillonario presupuesto publicitario televisivo para imponer su figura encima con proyección a la gobernación bonaerense o lo que quede de Buenos Aires en el 2011, no tuvo ningún empacho en negar toda relación con Villordo, "nosotros con ese señor, no", aseguró enfáticamente, súbitamente endurecido un gesto en un rostro casi perpetuamente sonriente, y desde ese mismo día empezaron a llover mails al canal denunciando que en las listas del presunto peronismo disidente el mencionado Sergio Omar Villordo no figura, es cierto, pero está todo lo mejor del villordismo quilmeño de punta a punta. Es más: se mostraron carteles lumínicos de acrílicos en ese distrito con la leyenda

DE NARVAEZ
VILLORDO
BUENOS AIRES 2011
El hecho en sí cobró inusitado vuelo cuando a fines del 2005 se presenta a los Tribunales de Quilmes la señora Gladis Beatriz Pérez, quien había sido compañera de Sebastián Giancristóforo, (a) Cacho Rey, puntero peronista de los ex intendentes Villordo y Aníbal Fernández, quien había recibido -dijo- una golpiza por parte de los hijos del primer matrimonio del recientemente fallecido Giancristóforo como consecuencia de una vieja e insostenible situación familiar desde que el 31 de diciembre del 2003, cerca de las 23:00, cayó al domicilio común el entonces intendente Villordo en compañía de otros dos militantes peronistas con un cadáver en el baúl del auto, refiriendo que se lo habían llevado por delante en el cruce de las avenidas La Plata y Florencia Varela, cerca del Mercado Frutihortícola de Ezpeleta, a donde presuntamente el fallecido se dirigía a trabajar y donde muchos son de nacionalidad boliviana.
La versión que abrió la causa penal da cuenta que Villordo llamó directamente a la DDI de Quilmes, que vino su jefe y dos subordinados y que lo metieron dentro de un freezer comercial con orden de llevarlo a San Francisco Solano y enterrarlo. El traslado se hizo en una camioneta de la bonaerense. Giancristóforo/Rey y su familia, a través de uno de los hijos del primer matrimonio, empezaron a sufrir presiones y en el 2006 al puntero se le detecta un tumor maligno en el páncreas, dando comienzo al tratamiento por un lado y al forcejeo de la voluntad del afectado de permanecer en su domicilio con la denunciante y sus dos hijos más chicos mientras que los mayores querían una clínica privada, cosa que hicieron por cuenta propia en un descuido. Allí comenzaron las golpizas a la denuciante, quien por fin se atrave -dice- a sacarse el entripado haciendo la denunciando a las 48 horas de sucedida otra tunda.
Hubo todo lo que tiene que haber en estos casos. La señora de Villordo es secretaria de un juzgado federal de Quilmes y si el dichoso muerto nunca existió lo que sí murió de muerte natural, en el fondo de un cajón, fue la causa. A punto tal que mientras seguía recibiendo denuncias cruzadas de todo tipo y con el mismo destino, incluso por tráfico de drogas, poco antes de dejar el cargo el felpeado Villordo no tuvo mejor idea que invitar a la prensa local a la conocida parrilla quilmeña La Fatiga y luego de las suculentas achuras y costillas ofrecer como obsequio una rifa con un premio sorpresa. El ganador fue el movilero del canal de cable local, y si bien no faltaron algunas risotadas de los ortibas de práctica, tampoco faltaron las caras serias, muecas y otros gestos cuando el anfitrión, que hasta mostró la boleta de la compra legal del artefacto, le hizo entrega al suertudo de... un freezer igualito al que decían que habían metido al muerto de origen boliviano. No sólo la prensa local se hizo eco del hecho y esta humorada macabra. Ir a referencia periodística.
La arremetida contra Villordo tiene explicación en el fuerte olor que emana la campaña electoral actual, tan plagada de cualquier cosa a falta de ideas, pero no se entiende cómo, para qué, por qué, periodistas profesionales que pueden tener las intenciones y la militancia política que quieran que no está prohibido y es curable insisten en que el ex intendente quilmeño, marido de una funcionaria judicial, protegido en la interna local por Aníbal Fernández, era chofer de éste. ¿Otra piolada progre al estilo de sortear un freezer?
Preguntas idiotas que nunca tendrán respuesta lo mismo si efectivamente o no a la colectividad boliviana de Quilmes desde fines del 2003 le falta uno de sus miembros o no. O si es argentino como Julio López. Ya fue. Ahora hasta en la sopa las pantallas de tevé de aire y cable muestran al multimillonaro Fernando de Narváez, nieto del fundador de la cadena de tiendas Casa Tía, pidiendo ayuda para que lo voten y lo ayuden a cambiar todo. Colorado, los mismos protagonistas repiten los mismos sucesos y las instituciones, cualquier agrupamiento humano del tipo que sea, nunca puede ir más allá de la mentalidad de los hombres que las conforman. Con Villordo lo único que se puede hacer es villordismo, sea con freezers en serio o rifados.