Semejante cantidad de guita es el premio a una trayectoria y capacidad. En los 70 Argentina fue a jugar la Copa Ditborn a Chile y en el seleccionado estaba Carlitos, no tan pelado, mucho más joven. Los trasandinos estaban haciendo el metro, casi a flor de tierra, la como la línea A de Buenos Aires, dado el suelo rocoso y la característica sísmica de su naturaleza. El micro con la delegación iba alcanzando la Estación Central, dejando ya la ruta a Valparaíso para encarar hacia el centro, cuando el azorado Nº 9 de Velez entonces, gritó aterrado al ver lo que veía por la ventanilla:
-¡Miren! ¡Miren, che! Fue un terremoto de la gran puta...
Se refería al movimiento sísmico de un tiempo atrás, el 8 de julio de 1971. Otro del equipo fue más cauto y cáustico:
-No, boludo. Es la zanja que están haciendo para poner el subterráneo.
Moraleja: saber de energía tectónica no sirve para llenarte de guita.
El último apunte es que los dos gigantes con pie de barrio están quebrados, aparte de económicamente, en lo institucional. El fraccionamiento homicida de sus hasta hace poco temible barras bravas, actualmente son más terroríficas para sus propios miembros que para los contrarios. Y el apunte va a que siempre se sostuvo que vivimos en un país que todo lo que comienza deportivo no tarda en devenir político.
Se trata de una idea, de una hipótesis, no muy rimbombante. Pero la han afanado lo mismo. Porque lo famélico del pensamiento nos está postrando. Manga de punguistas intelectuales, miren que no van a ir al cielo, eh...