Elmentos para el drama nuestro de cada día sobran si no fuera que en el boliche de la esquina, abarrotado de público por la hora, en su gran mayoría turistas, el dueño estaba atrás de la barra y al primer estampido gritó el cuerpo a tierra y no se quedó a esperar la repercusión porque dio el ejemplo. Los parroquianos, con los extranjeros a la cabeza, se mandaron de ñatra contra la vidriera, varios salieron a la vereda y con los diferentes modelos de celulares con video inmortalizaron la realidad cotidiana que son incapaces de vivir y que después bajan y/o ven en YouTUBE. La vida se ha vuelto un espectáculo, Guy Debord, qué le vas a hacer.
domingo, 10 de mayo de 2009
BALACERA & VIDEO
El viernes último, a media tarde, en plena City, por Tucumán al 500, un joven fue visto entrar a un edificio de oficinas y escribanías. Al intentar subir las escaleras sin usar el ascensor, a un empleado le llamó la atención y le dio aviso al agente de la Federal de facción, quien ahí nomás dio el alerta y fue para el lugar indicado. Vaya a saberse por qué, entre el gentío, el muchacho venía saliendo y el uniformado le dio el alto y le pidió la identificación, lo que encontró como respuesta, según algunos, el grito: "¡No! ¡En cana otra vez, no!", y a partir de aquí los senderos del jardín y las versiones se bifurcan. Coinciden, sí, que el joven echó mano a la cintura, de donde sacó un 38 largo y el otro, casi a la par, la Browging reglamentaria. Según algunos, el interceptado se metió el cañón en la boca, accionó el gatillo y se levantó la tapa de los sesos. Para los otros, gran mayoría, empezó una balacera peor que la del corrido de Daniel Salzano con música de Jairo. Quince balazos en total. Raramente una coincidencia porque el arma policial tiene un cargador de nueve proyectiles, un revólver normalmente lleva seis en el tambor, y más en estos casos a la gente se le seca la boca de decir boludeces. Eso sí, se los sacudieron a poca distancia uno de otro, a ver quién da más y mejor. El chaleco antibalas lo salvó al policía, quien recibió un tiro de cierta gravedad en el cuello y el otro quedó ahí nomás muerto.