La doctora Nilda Garré fue corredactora del Estatuto de la la Ciudad en 1996.
En medio de una vida ciudadana cada día más insoportable los que mandan se las ingenian para hacerla todavía peor. Desde hace dos días la ministra Garré decidió terminar con los adicionales que la Policía Federal hacía para el Gobierno de la Ciudad y desde el llorisqueo histérico de las autoridades macristas a la huelga en el hospital Pirovano se festejan robos en la guardia de ese nosocomio, acusaciones y una mass media que cumple a la perfección su labor confucionista.
Quizá la bueno del caso es que nadie esté de acuerdo con nadie. El ying yang bélico establecido por el kirchnerismo ubica inmediatamente en campo enemigo no al que se atreva a afirmar, sino siquiera a sospechar que a Mauricio Macri & Co. le vienen metiendo palos en la rueda, miguelitos, bombitas de mal olor y otras delicadezas desde el primer día cuando era alguien que aquilataba sobrados méritos que para hacer cagadas, sobre todo no hacer nada, solo le alcanza y sobra. Empezaron con piquetes en las autopistas a cualquier hora y ni siquiera motivos, siempre con la Federal mirando para otro lado. Cierto sector gremialista docente encontró pretextos a rolete para que no hubiera clases y la inoperancia en el poder colaboró dejando que los techos terminaran de caerse, la falta de gas convertir a los chicos en estalactitas y otras delicadezas por el estilo. La anunciada transferencia de la policía, puesta negro sobre blanco, nunca se produjo, primero por el chicaneo de quién iba a pagar y después simplemente porque jamás había estado en la mente de todos cumplir con lo pactado, algo que ya se ha vuelto costumbre en cualquier rubro que se trate.
La mala parición de la reforma constitucional última transformó a Buenos Aires en un estado federal que no es un estado federal. Ni soñar con que el país unitario que el kirchnerismo se ha encargado de acrecentar hasta el paroxismo iba a soltar el miniejército de uniforme azul con corresponsales en todo el país. Aunque ahora reducidos a 15 mil, si bien en un momento pasaron cómodamente el doble de efectivos, los federicos siguen conservando hasta la cédula de identidad y eso que la enérgica egresada de la Universidad del Salvador les sacó la emisión de los pasaportes, una ventanilla de ingresos ad hoc bastante importante, amén de otras utilidades.
Pero a partir de fines del año pasado se pudrió todo, muertos incluidos. Así concluía una primera etapa de la infeliz creación de una Policía Metropolitana iniciada con el intento de instaurar una CIA de entrecasa para uso personal. El retiro de los servicios adicionales de hospitales, parques, escuelas y otros lugares públicos es la culminación de la pavada y la constatación, una vez más, que los kirchneristas aprovechen vientos de cola, subidas en las encuestas y otras gracias de los cielos para mandarse una cagada tipo resolución 125. En la Argentina no se necesitan enemigos; para eso están los amigos.
El ciudadano común ya está curtido. Además, es sobreadaptado. La primera materia que rinde un chorro es que la hora ideal para hacerse de unos pesos va entre las 17:00, las 17:30 cuando más tarde, y las 19:00. Se producen los cambios de guardia policiales y en la calle no queda ni el loro. La metropolitana ha venido a llenar un gran vacío: es espeluznante su ignorancia, la falta de respeto al respecto de la gente y el difuso papel que va a cumplir.
Sin contar, claro, con el mucho más triste papel de la clase dirigente, políticos y demás, que se reprochan como matrimonio mal avenido un desgobierno que de acá ha fin de año, con internas surtidas para todos los gustos y colores, va a llamar a elecciones hasta para votar al jefe de bomberos si es que antes el tránsito no se tranca para siempre y superamos lo vaticinado por el gran Julio en Autopista del Sur, qué le vachaché.