Envuelta para regalo, Richard, y tenés que desatar el moño. Una pinturita, querido, valía la pena tanta oscuridad. |
El próximo miércoles 13, con ruda macho por las dudas, los 33 mineros empiezan a salir y los van a estar esperando. Hay diferentes recepciones. La Antonia Godoy, mujer del Richard Villaroel, empezó desde varios días antes a pasearse por el Campamento Esperanza mostrando lo que iba a lucir para el Gran Momento Gran después de 66 días de abstinencia revolucionaria, siempre y cuando él se acuerde todavía: una tanguita roja con un moñito atado para regalo en el entrepiernas, tal como nos muestra la foto que nos llegó en exclusividad desde Copiapó. La pobre, que se destapa en suspiros, no se sabe si por amor, gula o hambruna ha omitido que los pobres van a salir como gatos chicos de ciegos, después de más de dos meses en la oscuridad y que van a tener la vista no para andar distinguiendo justamente sutilezas.
Lo más lindo de todo es que la iniciativa privada, suelto todos los moños con una administración neoliberal como la del multimillonario Sebastián Piñera, da rienda suelta a lo mejor del ser humano en materia de creatividad y los comerciantes de Copiapó, que nunca en la puta vida han vendido y venderán tanto como en estos días, han decidido hacerse presentes regalándoles un atuendo de ¡¡¡CAPERUCITA ROJA!!! a cada uno de las agraciadas que van a acoger a sus seres queridos después de dos meses largos de ausencia y cuando en más de un momento se barajó la alternativa que podían haber quedado viudas.
Ahora ocurre que algunas, pobres, no criadas ni viviendo en la opulencia hasta ahora ni nunca, no lucen una silueta como para que se las coma el lobo. En una de esas hastas resultarían un bocado grande para el pobre Nahuelito. Por lo demás, vale lo mismo que para la pobre Antonia y el bueno de Richard, que todos va estar como Míster Magoo y les va a dar lo mismo la tanguita con el moño, una caperucita roja o el mameluco de los rescatistas.
Lo que queda como la gran sorpresa, lo que acelera los corazones, es al baluarte que por quedarse enterrado se le destapó que andaba en dupla con una muleto y llegaron las dos hasta el campamento y minga de enojarse, cada cual se cree con más derechos, sobre todo la que venía clandestina que argumenta que por algo el varón tuvo que salir a buscar afuera lo que no encontraba adentro. ¿Qué lencería o atuendos especiales elegirán para que aunque no vea una mierda, enceguecido por el sol, elija a una primera? ¿Y si le charteamos a Roberto Plaza para que les diseñe algo con cascabeles o campanitas? ¿Y si se mandan directamente en bolas mientras no esté la camanchaca porque hace un fríodeca?
No hay derecho. Sufrir tanto ahí abajo para por fin salir y que los reciban con semejante festival de boludeces. Para colmo, programadas y promocionadas. Pobrecitos. Primero, qué erotismo ni qué pindorcha: un vermucito de empanadas, totín chileno del bueno, no importa si Malbec o Cabernet, del de For Export, no del litreado que se tienen que mandar los pobres por carencia crónica de efectivo, sobre todo el popularmente conocido como Sonrisa e'tigre por el efecto que causa cada sorbo al hacer fondo en la guatita. Encima con miles de cámaras enfocándolos, pero seguro que más de uno, en el fondo del alma, le va a brotar la idea no tanto volver allá abajo, pero si salir desierto de Atacama adentro, machucándose los cachetes con los talones, pidiendo asilo diplomático a los gritos.
Vamos, Richard V., querido, hermano trasandino: subordinación y valor para desatar el paquete. A golpes se hacen los hombres. |