lunes, 14 de junio de 2010

VILLEGAS BAJITO, QUE NO SE LEVANTE LA PERDIZ

¿Escupen al cielo? Le amargaron la niñez, ahora lo homenajean.

Los jueces publicitan sus medidas con la misma precaución y tanteo del terreno con que Gary Kasparov planea una jugada. Más de dos meses después de haber estallado la sentina con el video de la menor haciendo sexo oral con tres mayores el juez actuante decidió llamarlos a indagatoria. ¿Detenerlos? Esas eran cosa de antes. Fue el viernes 11 de junio y los dejó libres otra vez, vaya a saberse por cuál vericueto leguleyo. No fue casual: del otro lado del Atlántico, con un fondo infernal de abejorros de las vuvuzelas de plástico, se inauguraba la XIXXª Copa Mundial de Fútbol, inaugurando un majestuoso estadio para 95 mil personas sentadas en medio de la miseria, los resabios de racismo, el mayor índice de contagio de HIV y la figura gigantesca de un Nelson Mandela, resistente todavía a los 91 años y a las desgracias familiares que le impidieron participar de los fastos.

En los Tribunales de Trenque Lauquen, que toman cartas en el asunto, el magistrado Gerardo Palacios Córdoba dejó toda la sensación desde el primer momento que puede padecer de cualquier defecto menos la ansiedad y la prontitud. Por lo pronto la figura grave de violación y la eximición de prisión andan dando vueltas por alguna cámara. Mientras los locales rompían el fuego contra los mexicanos en la capital sudafricana, se tomó cinco horas en interrogar al trío del Negro, el Potro y el Papa Frita, merodeando la treintena los tres, uno de ellos casado y padre de una nena. Después los dejó que se fuera para su casa. Iban a poder ver lo más panchos, al día siguiente, el debut de Argentina frente a Nigeria. Pero el caso alcanzaría su pico mediático el domingo 13 de junio, cuando VIVA, la revista que es suplemento del multimedio Clarín, el diario de mayor tiraje del país, le dedicaba nada menos que la tapa y un informe interior de diez páginas, donde el caso Lezcano se mechaba con otros abusos que no alcanzaron tanta notoriedad.

La pueblerina moral de doble fondo de Villegas ya fue despellejada a finales de los ´60 por Manuel Puig, cuando con el folletín Boquitas pintadas alcanzaba el cénit de sus logros literarios mediante el rescate de formatos considerados de la subcultura y los tés de las tías viejas, con escones, budines y masitas especialmente amasadas, mujeres más que maduras y lo que se dice entradas en carnes, emperifolladas y revocadas como para ir a un casamiento en el Palacio de Buckingham, finamente, con lengua filosa, no dejaban títere con cabeza.

El dilema de fondo de esta cuestión gira, otra vez, en torno al dichoso consentimiento de la menor de 14 años. Esto ya se vio hasta el asco con el caso del Bambino Veira, un adulto de 42 años, DT a 24 horas de firmar un contrato con San Lorenzo por 100 mil dólares, y un menor de 13 que fue subido a su bulín de soltero en Boedo para conseguir un supuesto autógrafo del ídolo. Más allá de juicios de valor o morales lo que está instalado de manera inamovible en el imaginario colectivo nacional, amén que en política todo bicho que camina va a parar al asador, es que la víctima debe exhibir lesiones graves por lo menos, si es la vida mucho mejor, para sobreponerse al manto de sospecha de los supuestos probos y decentes del aparato científico y administrador de justicia que proceden meticulosamente a repetir virtualmente el acto aberrante con el consiguiente sufrimiento moral. No es otra la explicación de por qué la mayoría de estos hechos quedan en el anonimato y la impunidad. Un dicho popular circulante al respecto señala que ante un ataque sexual, máxime si el atacante está armado, la consigna es "relajate y goza..."

"Esta chica tiene problemas, es rapidita", sentenció urbi et orbi nada menos el intendente Gilberto Alegre, y le puso una lápida que luego trató de enmendar con una formal condena al hecho con que el trío era de varoncitos un tanto mayores, al fin y al cabo había salido al aire por más de un medio masivo de comunicación. La cereza del postre la tuvo a su cargo unos 200 ciudadanos, entre los que se encontraba la mujer legal de uno de los imputados, de anteojos negros y gesto airado, que mostraba su fastidio y enojo por el reproche a la conducta tan virial de su consorte, que marcharon por la plaza principal del pueblo con pancartas en favor de las "víctimas", los tres nenes de pecho que fueron bíblicamente arrastrados hacia la tentación y el pecado por la Mata Hari de entrecasa o La Muzza, como despectivamente la llaman por el comercio que explota la familia. ¿Desde cuándo violación? Aquí apuntaba la indignación y el rechazo a todo trance.

A todo esto, dejando para otros comentarios y saberes los desaparecidos durante el Proceso, el séxtuple homicidio de hace poco y la producción industrial de videos pornos con menores que aducen los defensores a rajatabla del trío de amigos ultrajados por una desfachatada adolescente, a la entrada del pueblo las autoridades han puesto un gran cartel de anuncio que se ha arribado al paradisíaco vergel. Una solarizada imagen de [Juan] Manuel Puig, como se ve al comienzo de esta entrada, invita a visitarla y no dice ni mu de su muerte en Cuernavaca, México, donde se había exiliado a mediados de los '70 por ser unos de los primeros elegidos de las Tres A.