El 3 de junio pasado, luego de varias semanas de sordos ronroneos, del lado chileno de la cordillera, entró en actividad el volcán Puyehue con una fumarola que en sus mejores momentos alcanzó los 16 kms. de altura y los vientos del Pacífico arrojaron toneladas de piedras, arena y cenizas principalmente sobre las localidades argentinas de Villa La Angostura, Bariloche e Ingeniero Jacobacci. En un celebrado furcio, durante la rígida formalidad de las comunicaciones oficiales, el Pepe Pato del Ministro del Interior trasandino le dijo al Canal 13 de ese país que "posiblemente a esta hora la nube de cenizas esté alcanzando ya el territorio argentino, estamos haciendo las cosas bien."
Por favor, si no les resultara molesto, ¿no podrían hacerlas un poquito mal?
Se le escapó. Sucede en las mejores familias.
Se le escapó. Sucede en las mejores familias.
Los daños del famoso enclave turístico argentino son incalculables y peligra la temporada invernal, única fuente de recursos.
El video doméstico muestra rayos y explosiones de luces durante la noche. Los comentarios están en chileno básico. La producción no da para una traducción simultánea. Sepan disculpar.
Para los científicos estas son demostraciones de que el planeta está vivo y la constante actividad tectónica que hay bajo la corteza terrestre, aunque no necesariamente se demuestra con temblores, terrremotos y tsunamis. Aunque no resulte muy ortodoxo y sí gráfico, un sismólogo del hermano país supo decir que un volcán es un terremoto con chimenea.
