
Todo esto en medio de un Súper Equipo Técnico en la selección que ni siquiera se hablan entre ellos, donde la Súper Estrella cobra 150 mil dólares por mes de sueldo y se va a ser dietas a famosos hoteles del norte de Italia, dejando en el camino un 1 a 6 contra la poderosa escuadra boliviana y otras dos cabezas gachas contra brasileños y paraguayos, procediendo a convocar a cuanto pibe pase por la calle y patee con relativo éxito una latita.
Se ha dicho sin ruborizarse que el eterno Isidoro Cañones del fútbol argentino va a recuperar las cada vez más vacías arcas oficiales con toneladas de publicidad, esponsors, donaciones, alcancías y demás. Ojalá. Como también ojalá que la mafia de los medicamentos deje de aportar a las campañas presidenciales y se acuerden solamente cuando hay internas sindicales.
Resultados a la vista la ruptura kitchnerista de la piñata futbolera ha significado la apertura de todos los sarcófagos menemistas y procesistas. Cadáveres públicas que se los creía exiliados en Groenlandia están otra vez de primera figura en un entusiasta torneo de decir cada vez más enjundiosas pelotudeces. Ni qué hablar los de siempre. Los que tienen abono en la historia.
Ni una sola reflexión al respecto. Dinero, transacciones, managers, River y Boca dando pena en la cancha y afuera, pero esto acaba de suceder exactamente a medio siglo que la troika peronista Armando-Liberti-Suárez privatizara el fútbol que nunca dejó de estar estatizado y que ahora peronista, ultraneolibeal hasta la médula, vuelve a estatatizar lo que nunca dejó de estarlo.
Como en el 70, que no se fue a México, se está caminando el filo de la cornisa de quedarse la ñata contra el vidrio y no ir a la tierra de Nelson Mandela y que los brasileños se traigan otra copa más. Siempre se dijo, desde hace mucho, que los pueblos viven como juegan y juegan como viven.
Se quiere dejar aclarado que por expresa decisión de no pegar bajo no se apeló a la contundente realidad de la concentración de los capitales financieros ligados al gobierno peronista, el aumento de la pobre, el hambre y la desnutrición infantil como la liquidación de orates de un país que es país por las vacas y el trigo.
Salvo que alguien demuestre que Martín Fierro era camionero de Moyano. O que el Martín Fierro en su reputa vida cambió una goma.